Dr. José De la Fuente Ballesteros
Rev. chil. anest. Vol. 43 Número 4 pp. 303-304|https://doi.org/10.25237/revchilanestv43n04.05|
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Agradezco mucho al directorio de la Sociedad y a su Presidente, Dr. Marco Guerrero, por haberme nombrado Maestro de la Anestesiología Chilena. Cada generación tiene su particular responsabilidad y tarea de acuerdo al momento histórico que vive. Creo que nuestra generación cumplió como estoy seguro cumplirán ustedes.
La tarea más que individual es colectiva y en ese contexto mi nombramiento como maestro creo que es un reconocimiento a lo realizado por la División de Anestesiología de la Pontificia Universidad Católica de Chile. En esta tarea, no puedo dejar de destacar a Samuel Torregrosa y Jorge Dagnino, entre otros. Samuel y Jorge, evitando toda figuración, entregaron generosamente su tiempo usando siempre honrada y valientemente su inteligencia. Los destaco como Docentes no por los conocimientos que exhibían, sino por la valentía con que los cuestionaron y la seriedad y perseverancia con que buscaron nuevas explicaciones y nuevos caminos.
La estructura y fundamentos de la División de Anestesiología no se generaron por azar. Es la consecuencia de una visión y del esfuerzo por hacerla real usando para ello todo el talento y destreza que teníamos, sin escatimar esfuerzos ni aceptar fracasos. Las circunstancias frustrantes nunca las tomamos como un injusto castigo sino que como un desafío y un incentivo para superarlas. Para progresar confiamos en nuestras capacidades y nunca esperamos pasivamente que tomara la iniciativa alguna autoridad hospitalaria, universitaria y menos gubernamental.
Nuestra División dedica gran parte de su tiempo, esfuerzo y capacidad a la Docencia, en especial a la formación de nuevos especialistas. En una Universidad la enseñanza no debe entenderse como el mero traspaso de información por muy actualizada que ella sea. Más bien debe ser una fuente de reflexión, de cuestionamiento y de búsqueda. Parte importante de la información que hoy manejamos dejará de tener relevancia el día de mañana cuando nuestros alumnos ejerzan, de allí la importancia de la capacidad reflexiva que podamos generar en ellos.
Creo que un Departamento universitario debe tener al menos un nivel intelectual que le permita entender el lenguaje científico actual, comprender la literatura presente y poseer la capacidad de interactuar con los centros que están generando progreso. A mi parecer la finalidad de la investigación en países con recursos económicos limitados es generar la estructura educativa e intelectual que haga posible comprender y participar en el desarrollo del conocimiento moderno.
No puedo dejar de mencionar un riesgo que existe hoy en varios centros universitarios y en varios países. Es el peligro de una tendencia vertiginosa a postergar la docencia en favor de la investigación y la atención de pacientes. Es fácil percibir cómo, año tras año, los docentes se canalizan más y más hacia lo que es recompensado. La investigación se traduce en trabajos científicos y estos son la moneda que abre la puerta a las promociones académicas y las Escuelas de Medicina exigen en sus centros de atención a pacientes tiempo y dedicación porque es en dichos centros donde se llenan los cofres de la Facultad.
Los Jefes de Departamento o División tienen la responsabilidad de lograr un adecuado equilibrio. Se debe evitar que los académicos sean recargados de trabajo administrativo o asistencial. Son personas valiosas que han sido formadas y tienen vocación para pensar, observar lo que otros no ven, encontrar lo novedoso en lo que parece rutinario, desnudar una publicación que simula ser seria, e impulsar ideas que otros no habrían recogido.
En la División de Anestesiología de la Pontificia Universidad Católica de Chile, en el ambiente que he descrito, se han formado más de 270 especialistas que ejercen desde Arica a Punta Arenas. Esto ha conllevado un significativo impulso y desarrollo de nuestra especialidad, sin mencionar nuestra contribución a Medicina Intensiva. Aun así, la labor del médico anestesiólogo a menudo es desconocida por el paciente y sus familiares y por eso no deslumbra ni nos prestigia ante el público. Tiene, eso sí, el enorme valor del anonimato, a lo que hay que agregar el hecho de ser realizada con el propósito puro y simple de ayudar a un ser humano, sin buscar agradecimientos ni admiración.
Nos complementamos con la Sociedad Chilena de Anestesiología. Somos piezas de un mismo rompecabezas. Históricamente hemos mantenido una excelente y sinérgica relación con la Sociedad. Académicos y ex alumnos nuestros han desempeñado y están desempeñando cargos en la Sociedad. Esta nos representa ante el público y las autoridades de gobierno y su quehacer tiene la particularidad que abarca todo Chile. Por eso agradecemos mucho el reconocimiento que nos ha entregado en este Congreso.